Superar la muerte de alguien

Una sincera conversación tuvo lugar el otro día en mi muro de Facebook (Vivi Cervera), en la publicación que hice sobre Eduardo Galeano, QEPD.

«El sí se ha pronunciado. Maravillosa su paciente, serena esperanza.»

—Perdón… será que soy muy inculta… bueno sí, pero hay veces que los mensajes posteados no los comprendo… las imagenes son maravillosas. (Escribió Angela).

Me conmovió que alguien creyera que es inculta por no comprender una frase que quizás es compleja. Así que le respondí:

—No Angela. Tú jamás serías inculta. De hecho, el mismo Eduardo Galeano dijo: «Culto no es aquel que lee más libros. Culto es aquel que es capaz de escuchar al otro.»
Si no las comprendes es porque algunas palabras hacen fila para llegar a tu ser, es todo.

—Gracias Vivi, ¿Sabes una cosa? como quisiera tener aunque fuera una pizca de tu optimismo! Le ayudaría tanto a este corazón desecho. Pero creo que con eso se nace, difícilmente se aprende, y tal vez por mi situación emocional es que no permite que capte el mensaje que quieres dar con tus palabras. Disculpa.

De nuevo me sentía llamada a responderle. Sus palabras me guiaban.

—El mensaje de Galeano quiere decir, entre muchas cosas, que el día que agradezcas a la vida minuto a minuto, por lo que es, por lo que ella te muestra, sin pretender cambiarla, renacerás Angela. Un abrazo.

—Nunca le agradecería que se llevara a mi única hija, pero bueno ese es otro asunto. Gracias por ser como eres, por hacerme saber que el que yo vea un abismo totalmente negro no quiere decir que así sea, sencillamente fui seleccionada infortunadamente para vivir esta pesadilla, pero que finalmente la vida es bella. Nunca cambies.

—No le agradeces a la vida que se llevara a tu hija. Le agradeces a tu hija (que siempre ha sido vida), que continúe estando contigo, sonriendo contigo, caminando contigo, luchando contigo, siendo una contigo. Siendo una ola del mar que eres. Agradeces que ella me haya inspirado para decirte esto. Agradeces que jamás se fue, que no se irá. Agradeces sentirlo. Entrar en una nueva dimensión del mundo, del amor, del tiempo. Entrar ahí donde ella te está mostrando, esperando. Siempre.
Perdóname, lo siento, te agradezco, te amo. Angela.

—Gracias Vivi, lo haces ver tan simple. Ojalá y un día pueda lograr tu percepción. Anhelo tanto la paz.

—No tengo derecho de escribir nada de esto, pero algo me impulsa. Yo no quisiera, no tengo derecho, repito. Sin embargo lo hago. Quisiera recibir ayuda si me encuentro a oscuras. Por eso, suéltate. Dile: «Hija, te escucho. Puedo hacerlo!.» Dilo aunque no lo sientas. Toma el hilo dorado que ella te está extendiendo. Tómalo. No anheles la paz. Ama tu guerra.

Ahí terminó.

Sé que no es nada fácil. Superar la muerte de alguien que amas, es un proceso; tal vez largo o corto pero lo cierto es que es preciso confiar en ese mismo proceso. Y está bien llorar, está bien enojarse, está bien experimentar resentimiento y ganas de dejar este mundo. Está bien que exista esa natural rebeldía para superarlo. Después de todo, cuando alguien parece haberse marchado de este mundo inesperadamente, lo más humano es sentir que el cielo y la vida nos han traicionado. Eso es normal. Somos seres humanos.  Y lloras a diario, como si todos los océanos del mundo se desbordaran a través de ti. Aparentemente no hay consuelo. Y está bien. Y así mismo hay que decírnoslo. No hay consuelo. Hay amor para abrazar ese dolor.

«Está bien. Todo esto que sientes, es normal, crees que perdiste a alguien que amas, para siempre, ¿Cómo no enojarte? ¿Cómo no estar en guerra a cada momento?. Está bien.»

A eso me refería cuando le dije: No anheles la paz. Ama tu guerra. El amor no está peleado con la guerra. Al contrario, el amor abraza la guerra. Abraza las lágrimas, la lucha, la renuncia, la resistencia, el enojo, las preguntas, la incoherencia, el resentimiento, el vacío, el anhelo de irte con esa persona, los sueños rotos. Ama lo que venga. Y amar todo esto consiste en observarlo venir y en medio de ese torrente de lágrimas decirle: TE AMO. Y si quieres ir más allá puedes decirle al viento: LO SIENTO, PERDONAME, GRACIAS, TE AMO. Que el viento lo llevará al corazón perfecto.

Abraza a tu pequeña niña interior por las noches para que no duerma sola, a ella es a quien le duele todo esto. No la sueltes.

Cuando falleció mi papá (Luis Alberto), me tomó tiempo aceptarlo. Y cuando acepté, apareció esto, esto que hago ahora. Envuelto entre las nubes estaba este trabajo mío. Mi papá y yo, continuamos juntos hasta la fecha. Veo su sonrisa al mencionarlo. Me hace feliz.

Para lograr esto necesitarás fortaleza, y esa fortaleza puede llegar justo ahora si estás lista, justo ahora si estás dispuesta a recibir el regalo de sentir a quien creíste haber perdido, porque los seres que amamos y que nos aman, jamás se marchan, jamás nos dejan, jamás se van, es por ello que desde cualquier oscuridad sentimos su mano tomando la nuestra para siempre. Llegará ese momento en que te des cuenta de todo esto y aceptes su amorosa presencia en ti, y contigo.

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Gracias por leerme.

 

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