Las recompensas secretas

Hay un placer oculto en mantener cerca todo aquello que deseamos dejar ir, pero que no se va. Y es necesario decírnoslo. Hay un placer oculto, que disfruto inconscientemente en el hecho de que mis relaciones no funcionen. Hay un placer oculto o un beneficio escondido en el hecho de que mi salud no mejore. Hay un placer oculto en que ese dinero que espero no llegue. Hay un placer oculto en todo lo que no me sale bien.

¿Y cuál es ese placer oculto?

Ufff. Hay uno principal, y varios que son secundarios. El principal es el hecho de que ser una víctima eterna de algo, nos hace sentir falsamente honestos, y nobles, y buenos. Hace que sintamos que los demás son los malos. Y eso, si lo miramos con sinceridad, no tiene precio. Es inmenso. Es grandioso. Es un regalo o placer inconsciente.

Te pondré un ejemplo:

Escribió Gabriel García Márquez, que solo por el hecho de que alguien no te ame como tú quieres, no significa que no te ame con todo su ser. Y esta es una hermosa verdad. Pero hemos crecido creyendo que el amor solo se da de una manera, y esa manera es la que nosotros profesamos. Cualquier sentimiento que se salga de esas líneas, no es amor —Solemos decirnos—.

Pero ¿Qué sabemos del otro? ¿Qué sabemos sobre cómo ve la vida? ¿Sobre cómo creció y bajo qué entorno aprendió a ver la vida o el amor? ¿Qué sabemos del otro y de sus procesos más íntimos?  ¿Qué sabemos de todo lo que emocionalmente heredó? Nada. Y aún así decimos que no, que lo suyo no fue o no es amor.

Y para quien piensa eso, también hay allí un placer oculto. El juicio. Que nos hace creer que somos amorosos, sagrados y perfectos. Que solo nosotros sabemos amar. El resto no.

Pero un placer oculto también hace daño, pues es el otro lado de la culpa inconsciente. Y esa culpa nos impide recibir.

Con esa bella frase de Gabriel García Márquez podemos definir qué es cuidar de ti:

Y consiste en elegir pensamientos que te hacen bien. Y no aquellos que te hieren, que te inmovilizan, que te impulsan a odiar (que es odiarte a ti misma).

¿Te hace bien, te hace feliz el hecho de creer que no eres amada? ¿Que estás muy enferma? ¿Que nada te sale bien? Listo. Ve por ahí. El universo no se va a poner a convencerte de lo contrario, simplemente te mandará situaciones que vayan de acuerdo a eso que crees.

Pero si sientes que esa memoria te causa dolor, límpiala, porque no es verdad. Y las memorias se limpian sintiendo, perdonando, agradeciendo, amando. ¿Amando qué? Pues la oportunidad de aprender a través de algo o de alguien, en primer lugar.

Recuerda, estás aquí, en este mundo, por amor. Aunque no lo parezca.

Aprendí todo esto, cometiendo errores, así que no los condenes, solo agradécelos y sigue adelante. De momento, me encuentro aprendiendo de errores nuevos (sonrisa).

La apatía
la tristeza
la decepción
la pena
la depresión
la vergüenza
los juicios
son hijas e hijos de la culpa.

Por eso hay que sanar una culpa fundamental.
Esa la de estar vivos.

Gracias por leerme.

 

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