La dieta del placer

En su libro Ilusiones, Richard Bach relata la historia de un Mesías contemporáneo, mecánico de profesión, que en una de sus charlas ante el sinnúmero de personas que se aglomeraban a escucharlo, les preguntó si el ser humano por obedecer a Dios debía soportar lo que El le ordenara, sin importar si se trata de tolerar malos tratos, torturas, vivir en las llamas del infierno, o cosas peores. La multitud sin vacilar respondió que sí, que el ser humano debía acatar las órdenes de Dios aunque esto supusiera el peor de los suplicios. Y el Mesías preguntó nuevamente algo que ninguno de ellos pudo contestar: Entonces si Dios les ordenara que fueran felices ¿Lo serían?

Silencio absoluto.

Creo que el ser humano lleva en su interior una relación de amor/odio con el placer; por un lado siente la necesidad de experimentar sensaciones agradables y por el otro, una gran dosis de culpa por no sentirse lo suficientemente merecedor de todo lo que le corresponde. Esta ambivalencia, esta relación contradictoria se hace presente en todos los ámbitos de la vida y es la causa de la autocrítica, del auto castigo al que ha sometido su cuerpo físico por mucho tiempo. El concepto de que el placer es símbolo de gula, lujuria, avaricia o envidia ha adquirido mayor relevancia en la vida diaria gracias a que en esa forma, algunos sectores de la sociedad encuentran clientes potenciales para sus productos, visitantes asiduos en sus sitios, y feligreses arrepentidos en sus iglesias y monumentos. En el contexto al que me refiero, se ha relacionado la palabra pecado con el hecho de sentir placer, agrado, satisfacción o felicidad por realizar actividades que el común de la gente rechaza, y una de ellas es la de comer sintiendo plenitud. Seguramente has escuchado que las personas dicen: hoy cometí un pecadito por hacer referencia a un simple helado!

Bien. De ese placer que te has negado tantas veces es que trata este escrito.

A la mayoría de nosotros se le enseña a sentir miedo de los alimentos que más nos gustan, y la mejor manera de enfrentar ese miedo a comer consiste en comprender que las personas gordas enferman, pero que las delgadas también. El auto engaño comienza cuando crees en todas las ideas que te han vendido, cuando crees que simplemente por estar gorda enfermarás, pero no piensas que también puede enfermarte el hecho de vivir tristemente en medio de la culpa; no tomas en cuenta tus sentimientos. De ese modo crees que privándote de ciertos alimentos estarás mejorando tu salud, aunque te sientas incómoda, lejos del placer.

Regalarte placer para comer, significa salir de ese lugar donde se encuentra la multitud, donde se encuentra casi toda la humanidad y asumir que no corres ningún riesgo por sentirte bien, que nada tienes que perder. Regalarte placer significa haber borrado toda la información que culpa a la comida, significa haber comprendido que adelgazar no va por ahí. Regalarte placer significa amarte todo el tiempo, sin ataduras, en libertad, perdonando las verdaderas causas de cualquier desorden en tu percepción.

A diario puedes preguntarte: ¿Qué placer me puedo dar hoy para comer? ¿Qué es eso que me he negado por tanto tiempo? Entonces quizás te regales algo que no tenga que ver con la comida necesariamente, como por ejemplo un masaje en tu espalda o en tus pies, una ida al salón de belleza, puedes comprarte un regalo, ir al cine, comprar flores para embellecer. Todo ello te hará sentir mejor y en la medida en que comprendas que tu miedo es una creencia, y que mereces sentirte feliz, así mismo dejarás de tener deseos de comer en grandes cantidades y de sentir culpa que es lo que atrae la tristeza. En esa misma medida aprenderás a escuchar a tu cuerpo, a perdonarte, a valorarte, a darte lo mejor de ti. Recuerda que esa sensación de placer unida a la limpieza de memorias, te dará la libertad de elegir aquello que le hace bien a tu cuerpo sin reprimirte.

La conciencia va evolucionando en la medida en que cada ser humano, piensa menos y agradece más. El placer de realizar las actividades que la conciencia desea hace que el cuerpo libere endorfinas, que son algo así como unas sustancias proteínicas que te hacen sentir felicidad, y esto jamás podría ser dañino.

La escritora Sondra Ray en su fabuloso libro La única dieta, habla de la importancia que tiene, pasar por alto los conceptos establecidos y las bases sobre las cuales se ha apoyado la ciencia médica, con el fin de aprender a sentir comodidad con el cuerpo físico, comprobando de muchas formas que la causa de la obesidad tiene que ver con un estado de no aceptación de lo que es, más que con grandes cantidades de comida consumidas. No todas las personas que ves gorditas, comen mucho. No todas las personas que ves delgadas, comen poco. Entonces no te reprimas, si sientes miedo permítete sentirlo, reconócelo y deja que salga. Con el tiempo descubrirás lo que significa ser libre, ser feliz, que es lo que en realidad a Dios (o como le llames), le encantaría.

Gracias por leerme.

 

 

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