No luches, perdona.

Ellos dijeron que tenías que luchar. Que tenías que luchar para obtener algo, lo que fuera en la vida, porque si no luchabas, no era suficiente y esas cosas que querías no llegarían.

Ellos creyeron que este mundo era un campo de batalla, lo creían de verdad, porque así se les enseñó también. No tenían otra manera de actuar, y como así lo creían, así mismo se los demostraba la vida.

Pero pasó el tiempo, por lo que se abrió un espacio en la conciencia para que las mentes listas para el cambio pudieran comprender la verdad:

Luchar es actuar por la fuerza. Y la fuerza es el opuesto del amor. Y el amor tiene equivalentes como el perdón. De modo que cuando perdonas, amas, y cuando amas eres consciente de tu luz.

Yo no sé mucho sobre el amor, solo escribo lo que debo escribir y ya. La verdad es que continúo cometiendo errores viejos y nuevos cada día de mi vida, pero también continúo dándome las gracias por enfrentarlos de la mejor manera que puedo. Me doy las gracias por tener la capacidad de decir: gracias, o me perdono completamente, o lo siento, por favor perdóname, cuando siento la necesidad de hacerlo, y todo me es más sencillo.

Es por eso, por mi propia experiencia que te sugiero:

No luches para nada. Perdona. Y más que perdonar, pide perdón, pues pedir perdón es tomar el 100% de responsabilidad, y solo así desaparece el dolor. Así que no luches. Tu cuerpo no necesita que luches. Y tampoco el mundo que ya tiene suficiente. Tu alma mucho menos.

Y si requieres de la lucha porque crees que solo para luchar naciste, igualmente perdónate por eso. Hasta que te suavices, y te hagas más flexible por ti misma, y no porque la vida te obligue a hacerlo.

Gracias por leerme.