El amor mueve montañas

Cada conferencia que imparto me deja grandes enseñanzas. Sé que estoy ahí para aprender, no para enseñar como pudiera creerse. Además los encuentros con las personas son algo increíble. En el evento de junio 29 del 2014 en la Ciudad de México, mientras estábamos en el tiempo de descanso, se me acerca una mujer joven y me abraza fuertemente. Después de esto, en breves minutos me cuenta su bella historia, me da las gracias, y así mismo me pide que cuando yo lo considere, la comparta con el mundo y que lo cuente como un crédito mío, porque sin saber de su existencia, mis palabras le habían ayudado.

Le respondí que no podía hacer eso porque ella había realizado un gran viaje hacia su propio interior y había regresado ilesa del mismo, lo cual era y es heroico; que con sinceridad, yo tenía muy poco que ver en el proceso, porque solo soy una mensajera, pero que le agradecía el detalle.

 Entonces en el momento perfecto, esa mujer me dice frente al público:

«Vivi quiero dar mi testimonio, aunque no sé si pueda hacerlo, creo que me voy a quebrar (llorar).»

Yo le respondí que, adelante!. Así que justo cuando comenzaba a hablar, sus lágrimas aparecieron.

Sin embargo del fondo del salón surge la voz de otra mujer que grita: «Animo!!!» (lo cual agradecí con mi alma); y los presentes sin pensarlo, aplaudimos al unísono. Entonces ella se arma de valor y dice:

«Tuve cáncer y metástasis. Sin embargo hoy, mi vida está fuera de peligro. Estoy sanando. Y no le daré todo el crédito a Vivi, lo compartiré conmigo misma, con el medicamento, con mis médicos. Pongan en práctica lo que aquí se ha dicho, todo es real. El amor cura. Gracias.»

Más aplausos.

En coro respondimos: Te amo a nuestra heroína, como si se lo dijéramos a una parte de nuestro ser.

No era solamente una mujer sanando. Todos allí lo hacíamos con ella, sin planearlo, sin pretenderlo, sin esperarlo. Entonces supe lo que la magia significa. Y estoy segura de que se trata de un ser humano «mirando hacia adentro», dejando de pelearse con el momento presente, dejando de culpar(se) por lo sucedido y dejando marchar lo que ya fue, con respeto hacia la Inteligencia que le puso aquí.

Magia es saber que somos como las aves, volamos en grupos hacia una misma dirección, aunque los sentidos digan lo contrario. Magia es saber que la enfermedad no es un castigo sino un regalo divino que nos permite aceptar, amar y honrar aquello que en tiempos ancestrales se odió, se rechazó, se excluyó.

Esto significa que tú puedes hacerlo. Sí puedes. Puedes. Puedes. Para ello sólo te pido que ames tu cuerpo, no necesitas más que ese «te amo» que nace del corazón y que nada espera, a cada instante de tu vida.

Palabras para el cuerpo físico, cuando la mente dice que ha enfermado: 

Te honro, te bendigo, te amo.

(Esto no se dice para que haya curación. Se dice porque se siente. Así no más).
Hazlo.

Entonces sí. El amor puede decirle a una montaña: «Quítate de ahí y ponte de este lado», que con seguridad ella lo hará. La razón es única: Las montañas como todo en esta dimensión, están hechas de pensamientos, son virtuales.

Gracias Lupita por tus palabras. Gracias a cada alma que estuvo ahí, por sus palabras, por mirarme con ojos que no puedo describir, por escucharme con un silencio que no puedo definir, por abrazarme y curarme, por amarme así como nunca sabré explicar.

Les amo.

 

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